Lic. en Ciencias de la Comunicación, Universidad de las Américas-Puebla
Psicóloga, (“Centro de Orientación Psicológica” “Mi Jardín de Juego", LUDOTECA), Universidad de Morelia.

El juego es necesario porque es el tiempo en el que el niño recrea su realidad, es decir, la analiza y reproduce para hacerla suya, es una actividad en la que el niño expresa su mundo interior.
Si observamos con atención el niño nos cuenta la historia de sus sentimientos al momento de jugar y cuando el juego es espontáneo y creativo, es preciso acercarse sin interrumpir ya que el niño realiza un proceso interno que le permite absorber el mundo y a su vez comunicarse con los que le rodean a un nivel más profundo.
Precisamente en ese instante en el que la tecnología sobra y al niño no le interesa más que entretejer un diálogo consigo mismo, envuelto en un silencio interior, es la forma en que el niño asimila lo que sucede alrededor, imita conductas de los adultos que le son significativas para entender a profundidad las actitudes y comportamientos, es como un ensayo de la vida en la que el pequeño encuentra su propio rol dentro de la sociedad y su lugar en el mundo, va conociéndose y expresa a los demás lo que piensa y siente.
El juego constructivo, es decir, el que se crea a partir de la imagin

De tal forma que la familia tiene también la posibilidad de llegar a conocer el interior de ese niño que mediante el dibujo, plastilina, arena, quizá representando una obra de teatro o inclusive inmerso en un largo monólogo busca comunicar a ese “otro” fundamental, que son sus padres, aquello que siente y necesita. Compartir ese tiempo de juego sin imponer como adulto su propio deseo o necesidad permitirá al niño expresarse con la confianza de que su mensaje es escuchado y que existe interés en él o ella y de esa forma incluso se fortalecerá el vínculo familiar.
El arte radica en aprender a leer el lenguaje del juego de su propio hijo, tomarse el reto de observar y conocer el significado de ese diálogo creativo, quien mejor que su propia familia para entender e interpretar, la frecuencia, el tono y la melodía interna de su propio juego.
Proporciónale ese espacio y tiempo a tu hijo para que se exprese a través del juego y Ofrécele esa mirada que observa con la atención que él necesita de ti.
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